viernes, 1 de marzo de 2013

ENSAYO SOBRE LA INEXISTENCIA DEL UNIVERSO 5



LA DIMENSIÓN DISTORSIONADA

Seis sentidos son registrados por las ciencias empíricas. La vista para captar las imágenes de los alrededores. El oído para escuchar las melodías que compone. El gusto para disfrutar los sabores que exprime.  El olfato para percibir los aromas que emite. El tacto para conocer las formas en su contorno. Y el balance para asimilar el equilibrio entre el ser y el mundo. Pero hay un sentido que trasciende la misma realidad. El más puro entre los seis mencionados que, no obstante, se erige a partir de la fibra material de todo lo que no es; sin materia y a su vez en potencia de materializarse o no. Por tanto, Inexistente. Lo que llegaría a ser el sentido del sentido. La sensación que nos conduce a manifestar la vida ideal según el conocimiento que no existe en la vida material como connotación simbólica de aquello, inadvertidamente, caótico. El Séptimo Sentido. El exordio de expectativas, que en el tema del inexistencialismo, se constituye en una Dimensión Distorsionada.

La manifestación de este nivel inexistente el cual, pese al carácter esencial y la necesidad innata de todos nosotros por percibirlo empíricamente sin la experiencia adherente a su verdad material, comprende una gama de dimensiones o niveles categóricos según el sentido statu quo que emite el entorno. Se trata, pues, de una serie de elementos externos que la razón agrupa como conceptos calificativos al objeto caótico, en tanto que la vida personal de cada individuo trasciende la realidad material para distorsionarla en otra dimensión imperceptible por la carencia ya percibida. Mientras que para la parte sistematizada y las masas el séptimo sentido se condena, entre otros factores, al poder concentrado y unánime de las fuerzas culturales, sociales e ideológicas en un sistema determinado, para los intelectuales, en cambio, la manifestación del séptimo sentido es uno de aversión contra el mundo apolíneo que aporta sentido al resto. Se puede simplificar, según este axioma, y enfatizo aquí, a la razón de ser como medio indispensable para vivir sobre las necesidades básicas (comer, reproducirse, etc) con tal de encontrar un sentido latente y, en toda probabilidad, inexistente. Ergo una necesidad insaciable que deriva en el sin sentido y, consecuentemente, en la carencia. De aquí podemos dividir el séptimo sentido en dos contextos temporales: el sincrónico y el anacrónico.

El Séptimo Sentido Sincrónico. Implica estar en completa correlación con todos los elementos presentes de la época. Mutuamente inclusiva de todos los partidarios que se encuentran satisfechos con su momento actual; sea por motivos políticos, religiosos, económicos, tecnológicos, sociales, etc. Quien goza de esta realidad, no la cuestiona. Y niega cualquier reproche que se haga a la misma. Como si se tratara de una hormiga obrera defendiendo el honor de su Reina; así el ente sincrónico defiende su Sistema. Algunos que inclusive estarían dispuestos a hacer cualquier cosa por conservar la estabilidad enraizada de dicho mundo. Con lo cual, el séptimo sentido y la necesidad de significado que sugiere su cualidad sincronizada depende del entorno presente y real; la sensación adversa sería, por ende, hacia el cambio y todo aquello que lo perturba fuera del potencial asimilado del statu quo.

El Séptimo Sentido Anacrónico. El enfoque verdadero en el que voy a fundamentar este ensayo. Incluye a todo aquel cuya fuente de significado es inexistente. Buscan un sentido pero no saben lo que es ni lo encuentran en todas las construcciones materiales de su época. Sienten un malestar profundo; como si hubiese algo malo con el mundo. Perciben un problema imaginario sin respuesta material. Uno que sólo sigue creciendo mientras se prolonga su existencia. La carga angustiada que la vida no tiene sentido alguno por sí sola y, más bien, confluyen en un sentido inexistente abigarrado en la irrealidad de una Dimensión Distorsionada. Con lo cual, todas las ideas son una especulación residual de todas las necesidades insatisfechas; la hipótesis de un contenido que puede que no exista siquiera. Contrario a la Teoría de Platón del Mundo de las Ideas, la Dimensión Distorsionada es un Mundo sin Realidades. En el sentido que las cosas no existen por ideas perfectas y superiores sino, más bien, se distorsionan en irrealidades independientes de las cosas mismas. Donde todo contenido refleja un pensamiento individual o inconsciente colectivo jungiano (por arquetipos) de lo que podría llegar a ser. Semejante al antirrealismo de los postmodernistas salvo que la visión inexistencialista comprende un mundo gastado en cuanto a la nihilización de la cosa en sí y no meramente la perspectiva subjetiva de la entidad. Las ideas se generan a partir de la realidad pero no siempre ostentan la esencia o entidad de la misma. Y si se llegara a buscar el contenido de la Dimensión Distorsionada, incluso tras una aplicación exacta y reducción eidética realizada a la perfección, no hubiese manera de saber si dicha zona existe o no. Ni, mucho menos, saber si el sentido que sugiere es auténtico o correcto. Se especula, se lleva a la práctica y, por consiguiente, existe. Sin embargo, ¿es, en verdad, una realidad existente?

Verdad y Sentido. La respuesta a esta incógnita se estructura primordialmente en la diferenciación que cimenta el potencial de la verdad y el sentido verdadero, en un estado más puro y esencial, que conforma una realidad caótica sin explicación. Particularmente por la naturaleza del Ego Radical como potencial que sustituye las esencias de las cosas por símbolos de identidad que favorecen el sentido sobre la verdad.  Las ciencias pueden medir, cuantificar, retratar y explicar esta realidad. Mas no pueden dar un sentido universal a todos sus componentes. El sentido será, pues, una interpretación subjetiva fomentada a partir de meras especulaciones simbólicas de toda la realidad encasillada en la ciencia. Por mucha precisión que tenga la física cuántica sobre las partículas subatómicas, sólo pueden especular un sentido como, por ejemplo, que Dios exista o no, según la expansión del Universo. Algo que a nivel material tampoco llega a ser del todo preciso. Puesto que hablamos del Caos y el cambio constante que deriva en las teorías actuales que los propios científicos admiten como caóticas.

Esto demuestra que la verdad y el sentido son dos cosas distintas. La primera procede la segunda y, empero, no representa una continuación de la misma ni acaso expresa una correlación competente de sus módulos como finalidad funcional. La verdad y el sentido son dos potenciales distintos; mundos que se rigen por leyes y barreras que a cada cual circunscribe. Semejante al sistema kantiano, el sentido funciona a un nivel a priori como concepto procedente de la experiencia y que, a su vez, no depende de la misma. Generando datos inexistentes que el mundo verdadero carece. En esto, la verdad procede la necesidad humana de apartarse de lo verdadero y, similarmente, existente, con tal de abordar una dimensión donde el Caos esencial se disipa en un concepto especulado de coherencia. Por lo que un sentido puede ser, en este contexto, existente o inexistente.

El sentido como variable de lo que es o no es, puede ratificarse mediante un significado que la vida, por sí misma, no posee. No hay ningún sentido inherente a la existencia. Más bien se trata de un agregado; energía generada por la materia; algo que se crea según la causalidad y su relación con el individuo que la aporta como potencial subjetivo. Puesto que mi ontología del Mundo Vacío ratifica un cero infinito correlativo a la nihilización del ser y la anulación del mismo según su sabiduría categórica, el cuerpo físico y la vida humana carecen de sentido ante su inevitable disipación. En este contexto, el proceso dialéctico hegeliano que deriva en Dios y el proceso dialéctico marxista que deriva en el hombre son obsoletos y, más bien, derivan en la inexistencia. No obstante, hay un vínculo histórico que los une en la praxis como materialización perpetua, pues, la permanencia es lo único que escapa el Caos y el ser humano terminal es, propiamente, caótico. En su obra es donde vemos la perpetuidad que alberga la historia; la unión de todas las acciones que engloban el concepto de humanidad. En la medida que un sentido se llega a materializar o tiene un vínculo correlativo a la verdad que lo engendra, podemos hablar de un sentido verdadero (como séptimo sentido sincrónico) que los individuos creyentes atribuyen a su espacio temporal presente. Está claro que la cualidad subjetiva del sentido implica que no signifique a un colectivo en tanto que el espacio temporal donde el sentido se difunde, alberga siempre una minoría excluyente (por un séptimo sentido anacrónico) que no goza del sentido patente a la multitud que lo constituye.  Y, nuevamente, el sentido vuelca su potencial hacia la inexistencia.

La Distorsión Inexistencialista. La llamada Dimensión Distorsionada corresponde a un campo de la irrealidad que es como a un campo de la realidad que no es. Se diferencia del Otro Mundo por su cualidad objetiva, o mismamente, la aglomeración de Otros Mundos en un imaginario social que parten de la concepción subjetiva inexistente del Otro Mundo en sí, creando la llamada "distorsión" que colisiona, vía su trascendencia universal, hacia una dimensión incognoscible como totalidad. Los componentes que albergan este imaginario parten de una realidad caótica e, igualmente, sin sentido, la cual, en consecuencia, elabora sus propios conceptos de lo que puede llegar a existir o no.  La estaticidad de un concepto en la Dimensión Distorsionada sugiere su inexistencia mientras que lo que existe se demuestra en todos los aspectos minuciosos de la civilización consecuente. Y, con ello, el sentido real o existente depende de nuestras acciones y, específicamente, la transformación de la realidad y su constante evolución a través de ellas. Del mismo modo en cuanto a la terminación fijada en las propias barreras de un potencial finito contrapuesto al apeiron ilimitado del Caos cuya cosa en sí no alberga sentido alguno debido a su carácter perpetuo. Similar en lo que a la verdad respecta. Puesto que la visión de Parménides era el reconocimiento de la cosa que es y el no reconocimiento de la cosa que no es, el no-ser y, en este arreglo, las ideas inexistentes de la Dimensión Distorsionada, son la base comparativa para todo lo que existe por la dialéctica anacrónica que supone la ausencia de la intensidad. Es decir, la inexistencia del mundo nace por todo lo que existe y, específicamente, cuando todo lo que existe, para el individuo que lo percibe, no es. 

Si lo ponemos en ejemplos, podemos concebirlo como la acción continua por crear conceptos irreales y decorar el mundo existente con ideas ficticias o agregados simbólicos. Las ideas son, por tanto, una fijación abstracta de ilusiones significativas de lo que el mundo carece. Un árbol como vivienda se vuelve una casa porque el individuo lo considera más significativo por estética y funcionalidad. Creando, por consiguiente, la ciencia de la arquitectura. No obstante, la Dimensión Distorsionada es algo que difícilmente podemos comprender en palabras o ejemplos, pues, no existe ni se caracteriza por un patrón cuantificable para su análisis. Su existencia se ratifica en la zona de la realidad que se aparta de su naturaleza esencial para dar lugar a una vertiente, que bien, puede corresponder a esa verdad o, de lo contrario, se aparta para crear un concepto nuevo que se estriba en ella. Sería, por decir, la analogía de un árbol donde crece un hongo que se vuelve un parásito del mismo en oposición a un pájaro haciendo un nido en sus ramas. Incluso podemos reiterar el primer ejemplo en una tercera situación donde el árbol se corta para construir una casa. Para los tres supuestos, se resume en la idea que depende de la verdad, la idea que procede la verdad y no depende necesariamente de ella y la idea que transforma esa verdad en otra. El sentido de la vida se fundamenta en esto último dado que, en los primeros dos casos, las verdades sólo exponencian, como una luz tenue, la veracidad de la verdad y, concretamente en el segundo, la veracidad divergente de lo verdadero. La verdad transformada, en cambio, parte de la concepción inexistente de una Dimensión Distorsionada para deconstruir una verdad caótica en un simbolismo real que, incluso como entidad inexistente, tiene más vida y sentido que la verdad que la constituía.

El Sentido de la Vida. Este apartado lo incluyo en una nueva rama filosófica que denomino la Semiodinámica y cuyo objeto de estudio es justamente el sentido de la vida a través del potencial. En este caso en concreto, nos hallamos ante la antítesis entre la verdad caótica y la Dimensión Distorsionada de una ultra-irrealidad, donde los componentes de la primera se estructuran en un orden, similarmente ficticio, mas con un arreglo y patrón que puede llegar a determinarse en cuanto se independiza del apeiron indeterminado en su finitud. El hecho es que la verdad que reitero como fuente caótica y sin sentido, no puede llegarse a conocer salvo tras la renuncia general del propio conocimiento. Dicho de otra manera, dejamos de pensar para que nuestra verdad y la verdad contraria pujen al ser dialécticamente en la volición caótica por la que pugna. Lógicamente, dicho “arrastre” no conducirá a una verdad universal o conocimiento infinito, pues, hablamos del Caos como un concepto infinito en sí mismo que ni siquiera tiene esencia para poder determinar su principio o final y, por consiguiente, su sentido o razón de ser. Por lo que la sabiduría sólo puede ser limitada, como potencial, independiente de un Caos incognoscible e ilimitado. 
 
Resulta ser algo tanto estimable como defectuoso de las filosofías orientales ya que el conocimiento de la verdad depende de renunciar a la razón y, a su vez, introduce al ser como otro elemento del Caos que deriva en la Nada. Consistente con la conservación y estancamiento de una Nada risueña a la que llaman Iluminación y que no avanza al siguiente cero dialéctico. Ni siquiera en el concepto inexistente de una Nada, en sentido sartriano, como sueño invisible de algo que se creía existente. Cuando, en realidad, la Nada no es más que el cero de la inexistencia en constante evolución.
    
No obstante, si lo vemos desde el punto de vista evolutivo, la razón apareció como mecanismo de defensa contra esa realidad caótica. Creo que el mayor error humano fue concebirla como una razón dogmática para luego edificar una civilización sistematizada. Y esto no sucedió hasta el nacimiento de las religiones monoteístas que no buscaban el sentido mitológico de sus obras como las religiones paganas, sino el control de sus fieles como prioridad máxima. Posterior a la caída de los gobiernos absolutistas, la Revolución Francesa adoptó esta prioridad a nivel político con la ley. Mas con la gloriosa “ley”, las acciones humanas se sistematizaron y se perdió de vista la razón auténtica que, aparte de neutralizar la verdad caótica, es la razón del sentido. Algo que la civilización actual del siglo XXI ha olvidado por completo detrás de la saturación mediática por constituir el derecho científico y el nihilismo descrito anteriormente.

El sentido de la vida y la creación de una ultra-irrealidad en función de una Dimensión Distorsionada, pende, por lo tanto, de la creatividad que construye el ente como potencial. Y con esto no hago referencia a la concepción del arte como entretenimiento, pues, éste último sólo contribuye a perpetuar la ironía de consumir Nadas efímeras para desasociar necesidades en lugar de saciarlas. El arte puro es un exaltamiento de lo inexistente; elementos tomados de la Dimensión Distorsionada que se organizan creativamente como brecha sustitutiva del mundo apolíneo defectuoso en un momento histórico determinado. Esto no sugiere la acción de una creatividad pulcra que innove al cien por ciento sin basarse en un hecho real o sentido pasado. Más bien comprende una continuidad evolutiva de la realidad apolínea constituyente para idear el sentido de nuevas carencias o la acción sustitutiva de sentidos que, por la evolución de la verdad, han dejado de significar.

Consecuentemente, el fin de la humanidad es crear una inexistencia con mayor sentido que la existencia misma. Un mundo ficticio que, imitando las leyes de la propia realidad, pueda edificar un mundo que compensa las carencias del sin sentido que albergan las verdades caóticas. La Selva Civilizada. Evidentemente, no se trata de disipar la realidad o la verdad hasta anularlas del todo. Consiste de una realidad simbiótica entre las ciencias y las artes. La verdad de la arcilla científica esculpida con el cincel artístico del sentido. Una dialéctica que me lleva a concluir que el sentido de la vida no es otra cosa que exponenciar la misma hacia un significado superior de permanencia como equilibrio entre el devenir de la verdad caótica y la inexistencia del universo.